martes, 17 de junio de 2014

El cursor y su (maldito) parpadeo. - El escritor I.

- Cariño, ¿Alguna vez has tenido ganas de gritar? -preguntó Andrew a su mujer según pasaba por su espalda. Ella se detuvo para poner la mano en el hombro de su marido y llevarse la otra al mentón, haciendo  como que se lo pensaba detenidamente.
- Bueno, la última vez fue anoche... -empezó. Andrew se giró, extrañado, pero todo cobró sentido cuando vio la sonrisa en la cara de Betty, lo que hizo que también él sonriese.
- ¡Oh, tonta! -dijo él, terminando de sonreír. Ella siempre sabia por donde salir- Me refería a...
- Sé bien a que te refieres, querido -continuó ella por él mientras le revolvía los cabellos cariñosamente- llevas delante de esa pantalla tres cuartos de hora en las que solo te he escuchado escribir dos o tres palabras para, a continuación, borrarlas como si quisieras partir la tecla por la mitad. Si tienes que gritar para aliviarte... hazlo, intentaré no asustarme.
- De momento creo estar bien, mi vida -dijo Andrew palmeando la mano que tenía en el hombro con afecto- pero...
- Tenía ya la tetera calentándose -dijo ella, sonriente, antes de apretar el hombro de Andrew y seguir su camino hacia la cocina.
- ¡Oh, Dios mío de mi vida y de mi corazón! -exclamó él, alzando los brazos al cielo, lo que provocó una tierna risa femenina en la habitación contigua- ¡Me lees la mente! ¡Ya podías seguir tirando del hilo a ver si había alguna idea detrás!

El cursor ahí seguía. Parpadeando. Era paciente, el maldito. Paciente, parpadeante y sacándole de sus casillas. Retándole a que escribiera una nueva mediocridad. Sus dedos se flexionaron sobre las teclas un par de veces para, en ambas ocasiones, quedarse inmóviles sobre éstas y volver de nuevo a su regazo. Casi podía escucharlo, como si del segundero de su vida se tratara: tic, tac, tic...

- Que concentrado te veo -dijo Betty en un susurro mientras colocaba la bandeja en la mesita del salón, en frente de sus asientos, pero apartada del ordenador portátil de su marido. Fue un susurro suave, pero bastó para sacarle de su pequeño trance. Con un pequeño esfuerzo, separó los ojos del (maldito) cursor y sonrió cálidamente a su mujer.
- Nada más lejos de la verdad -dijo él, con cara de inocente, lo que provocó que ella levantara una ceja, incrédula- Vale, quizá un poco, pero solo andaba escarbando en mi cabeza, un poco más profundo de lo habitual, a ver si conseguía sacar algo...
- Si quieres inspiración adicional, puedo edulcorar el té -él alzó las cejas, sin comprender- Tengo aun hojitas de las que nos regaló la vecina.
- ¡Oh! ¡De esas! -casi se le subieron los colores al caer en la cuenta de lo que Betty le decía. Para disimular, se inclinó a coger su taza humeante de la bandeja- No, no, no creo que haga falta... edulcorarlo.
- Puedo hacer una jarra de sangría, de mi sangría, para ambos -continuó ella, pícaramente.
- Hace mucho que no haces sangría -le sonrió él, casi relamiéndose. La sangría que preparaba Betty era famosa en el vecindario, y potente- pero me temo que como la hicieras si que no iba a escribir nada.
- De acuerdo -dijo ella, encogiéndose de hombros y sorbiendo a la vez de su té- pero me ha dado el gusanillo, así que este fin de semana haré una.

Los ojos de Andrew volvían a estar fijos en la pantalla. Parecía que había vuelvo a coger el hilo de la inspiración. Aunque tecleaba despacio, ella sabía que era cuestión de minutos que cogiera una cierta inercia y se pusiera a llenar páginas y páginas de borradores. A partir de este momento, era como si se hubiera quedado sola, él estaba en su mundo. 
Con tranquilidad, Betty terminó su té mientras escuchaba el interminable tecleo de Andrew. Al terminar y sin hacer ruido apenas, se levantó, rellenó lo poco que su marido había bebido de la taza, y se llevó la suya a la cocina. Al volver, dio un ligero beso en el pelo a Andrew y le susurro que se iba a dormir. Él asintió, ausente, mientras proseguía tecleando en su portátil.

-♦-♦-

En el silencio de la noche, lo único que se oía era el confuso teclear del ordenador portátil y algún ocasional suspiro de Andrew. Tras poner un último punto y aparte, las comisuras de su boca se curvaron brévemente hacia arriba. En este lapso de tiempo había rellenado apenas cuatro páginas y parte de una quinta, pero creía que la idea comenzaba a tomar forma. Para asegurarse, utilizó la rueda del ratón para subir por el documento (hace tiempo había renunciado a aprender a manejar el táctil que traía el ordenador, demasiado aparatoso para su gusto). Una vez arriba, cogió con delicadeza el portátil y, colocándolo sobre sus piernas, se arrellanó en el asiento a releer lo que había escrito.
Fue un proceso bastante gradual. Lo que comenzó leyendo con una sonrisa de satisfacción, hizo que lentamente se le borrase la sonrisa del rostro para después, gradualmente, hacer que se le tensara la mandíbula, unas profundas arrugas surgieran en su ceño al juntar sus espesas cejas, y se le dilataran las aletas de la nariz. En conjunto, al terminar de releer lo que había escrito, Andrew tenía un enfado de los que hacen temblar a la gente.
Sus puños se cerraron espontáneamente mientras cerraba los ojos con fuerza y un sutil dolor comenzaba a manifestarse en su cabeza, desde sus ojos hasta su nuca. Tras llevarse los puños cerrados hasta las sienes, mantuvo esta posición unos segundos, mientras sentía, dentro de su enfado, como el dolor de cabeza aumentaba puntos enteros. Una voz interna le decía que era por la tensión, el enfado, la postura, pero por otro lado él no estaba tan seguro.
Su enfado estaba en su punto álgido, y su dolor de cabeza también. El cursor había ganado de nuevo, vista la bazofia que acababa de escribir. Con un corto grito que le salió del alma, Andrew alzó las manos y la cara al cielo...

Y el estruendo de la bandeja con la taza y la tetera le provocó un sobresalto mayúsculo. Como paralizado, se quedó mirando el desastre, aun con los brazos en alto. Aun tenía el portátil en las rodillas y la bandeja quedaba bastante lejos de su alcance... ¿Qué demonios?

-♦-♦-

Canción del día: Dead Can Dance - Emmeleia. 
Conozco este grupo desde hace la tira de tiempo, y llegué a ellos de forma extraña. Pero más extraño me resultó que mi profesor de Proyectos y Estudios les conociera y (enviiidiaaaa) hubiera ido a algun concierto suyo. Os dejo que opinéis de ellos. Es... bueno, ¿folk? ¿etnica? No lo se, simplemente me encantan. Por cierto el titulo es en griego antiguo y la letra... es inventada por ella (Lisa Gerrard).

PD: Vaya, es mi entrada mas larga hasta ahora (aunque no he tenido muchas entradas de momento. pero poco a poco, ¿Verdad?)

PD2: Habiendo tenido un par de momentos como los de Andrew, supuse que ya era hora de escribir al respecto. Le tenia guardado en mi pequeño bloc de notas desde hace un tiempo...

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